sábado, 10 de marzo de 2012

Alonso Briceño


Nace en Santiago de Chile en 1587
Muere en Trujillo (Edo. Trujillo) el 15.11.1668
Teólogo chileno, filósofo, escritor, obispo de Nicaragua y decimotercer obispo de Venezuela (1661-1668). Su ingreso a la orden franciscana se produjo en Lima. Además de doctor en teología y catedrático por más de 15 años, Briceño fue erudito, crítico, políglota e indigenista, orador y literato. En Lima se inicia como guardián del Colegio y definidor de su provincia, para seguir en calidad de comisario, visitador provincial y coadjutor. Poco después preside el Capítulo de la provincia franciscana del Perú, evangeliza y visita los conventos y establecimientos diseminados en el Perú, Chile y Bolivia, como Cajamarca y Charcas. Designado procurador ante Roma para la canonización de San Francisco Solano, se lo nombra juez de apelaciones de las provincias de España y representante de su Majestad Católica el rey de España en el Capítulo General de Roma, donde frente a autoridades defiende unas conocidas «conclusiones teológicas» y también le representa ante el Capítulo cisterciense de España. Briceño será igualmente, consultor del Santo Oficio en Roma.
Por todos sus merecimientos y por ser además «hijo, nieto y bisnieto de conquistadores del Perú» Briceño es consagrado en Panamá como obispo de la diócesis de Nicaragua y Costa Rica, luego de ser presentado por el Rey y aceptado en consistorio por el papa Inocencio X, en 1644. Después de residir en la ciudad de León, el año 1651 es trasladado como obispo para ocupar la silla de Caracas. Tras una demora llega a Maracaibo, el 27 de diciembre de 1660. Luego sin entenderse con el gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, Pedro de Porres y Toledo, ni con el Cabildo Eclesiástico de Caracas, arriba a la ciudad de Trujillo el 14 de junio de 1661, toma posesión de la Diócesis y se queda allí en busca de la paz anhelada y para trabajar en la redacción de sus escritos y en el beneficio de los fieles. De acuerdo con los testimonios de la época al llegar trae entre sus pertenencias una biblioteca de más de 1.000 libros de grueso porte, catalogada entre las mejores que existieron en el período colonial. Hará beneficios materiales y espirituales a la grey y permanecerá al lado de familiares y clérigos, pero sin querer viajar a la sede de la Diócesis.
En territorio venezolano transcurren 8 años de vida activa de Briceño, hasta que luego de unas conclusiones teológicas que presidiera en la iglesia matriz de Trujillo, en la continuación de la visita pastoral hacia tierras malsanas, enfermó de «calenturas» palúdicas y luego de innumerables remedios de la época, falleció rodeado de personalidades eclesiásticas y civiles. Revestido de los ornamentos eclesiásticos correspondientes fue enterrado con pompa de difuntos «...en la Capilla Mayor al lado del Evangelio...» Los bienes que dejó tras su deceso dieron origen a numerosos pleitos por varios años, entre el Cabildo Eclesiástico, la orden franciscana y los familiares del extinto. El obispo Briceño se destacó por su pensamiento, por la originalidad de sus tratados y por haber sido el primer americano en obtener dispensa para publicar un voluminoso estudio sobre los fundamentos filosóficos y teológicos de la corriente escotista en la cual era erudito. Entre 1638 y 1642 publicó en Madrid sus «Controversias sobre el Primero de las Sentencias de Scoto», obra aparecida en latín en 2 volúmenes, en la que analiza el pensamiento de Juan Duns Scoto (1266-1308), teólogo inglés y padre de la escuela que entonces seguía la Orden Franciscana Mendicante en sus enfrentamientos con la Orden Dominica seguidora de las ideas de Santo Tomás de Aquino. Además de lo anterior, Briceño dejó inéditas algunas obras, entre las cuales figuran «Brizeño in Scot» y «Brizeño in Sententiis» y otros papeles y sentencias que demuestran su preocupación por el estudio de la filosofía y la teología en los años de la Colonia.

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